Cuando compras miel, probablemente te fijas en el color o en si es más líquida o espesa. Pero hay una diferencia clave que muchas veces pasa desapercibida: ¿es miel cruda o miel procesada? Conocer este detalle puede ayudarte a elegir una miel más auténtica y con identidad.
¿Qué significa “miel cruda”?
La miel cruda es la que se obtiene directamente del panal y se envasa sin calentar ni filtrar en exceso. Conserva así su textura natural, que suele ser más densa, y puede cristalizar con el tiempo. Esta cristalización no es un defecto, sino una señal de que no ha sido alterada.
Cada cosecha es diferente: el color, el aroma y el sabor cambian según la floración y el entorno. Por eso la miel cruda refleja el paisaje y la temporada en la que ha sido recolectada.
¿Y la miel procesada?
La miel procesada se somete a procesos como el calentamiento y el filtrado intenso, para alargar su vida comercial y darle un aspecto más uniforme. Esto facilita su distribución a gran escala, pero también elimina elementos que hacen única cada cosecha. En algunos casos, incluso se mezclan mieles de distintos orígenes o se añaden jarabes para reducir costes.
¿Cómo saber qué estás comprando?
Para identificar una miel auténtica, ten en cuenta lo siguiente:
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Lee bien la etiqueta: busca términos como “miel cruda”, “sin pasteurizar” o “100% origen local”.
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Observa la textura: si la miel es muy líquida y siempre igual, probablemente ha sido procesada.
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Infórmate del origen: elige productores que expliquen cómo y dónde trabajan.
En L’Avi Lluís, recolectamos la miel de forma tradicional y la envasamos tal como sale del panal. Así ofrecemos una miel cruda de proximidad, con carácter propio y respetuosa con el ritmo de las abejas.