La miel no solo cuenta el trabajo de las abejas, sino también el paisaje donde viven. En l’Avi Lluís, colocamos nuestras colmenas en distintos entornos del territorio catalán: desde montañas aromáticas hasta zonas de llanura y litoral. Cada lugar aporta una identidad única a la miel que producimos.
Cuando las abejas liban flores de montaña, como el romero o la ajedrea, obtenemos una miel intensa, con matices fuertes y persistentes. En cambio, cerca del litoral o en áreas de cultivo, donde predominan plantas como el azahar o las hierbas mediterráneas, la miel se vuelve más suave, clara y afrutada.
Estos cambios no son casualidad. El sabor, el color y el aroma de la miel son un reflejo directo de la flora de cada zona. Por eso, cuando pruebas una miel de l’Avi Lluís, también estás probando un pedazo de paisaje.
El sabor de la miel según el paisaje es como un viaje sensorial. Cada cosecha refleja el momento y el lugar, como una fotografía líquida de la naturaleza. Este vínculo entre flora y sabor hace que cada tarro tenga una historia distinta y auténtica.
Nuestro compromiso con la ubicación de las colmenas no solo garantiza una producción responsable, sino que preserva la biodiversidad y asegura una miel con personalidad propia, arraigada al territorio.
Conocer el origen de cada miel te ayuda a entender por qué cada tarro es único. Además, es una forma de reconectar con la naturaleza que nos rodea y valorar el origen real de los alimentos que consumimos.